Sólo las farmacias pueden garantizar la calidad, seguridad, eficacia y correcta información en la dispensación de medicamentos. Por tanto, adquirirlos fuera de este canal puede poner en peligro la salud.
Por el contrario, con los medicamentos ilegales no se puede tener la certeza de que el producto que se adquiere contenga el principio activo que se indica en la publicidad y en la cantidad especificada; incluso puede
no contener nada o tratarse de otro
principio activo distinto o de menor calidad, para abaratar los costes. Esto sería en el mejor de los casos pues, en ocasiones, se les añaden
sustancias tóxicas peligrosas para la salud. Además, como vimos en
este otro post, cada medicamento tiene unas
condiciones de conservación que deben cumplirse para que sea estable, es decir, para que mantenga sus características hasta la fecha de caducidad, algo que sólo está asegurado en las farmacias.
Otro de los peligros de los medicamentos ilegales es que, en muchas ocasiones, son adquiridos por pacientes con enfermedades graves cuyos tratamientos son caros (SIDA, tuberculosis…) porque su precio en las webs ilícitas es menor que en la farmacia, lo que conlleva que cambien sus medicamentos legítimos por otros sin ninguna calidad sanitaria.