Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) el sobrepeso y la obesidad son una acumulación excesiva de grasas que puede ser perjudicial para la salud. Hoy en día, la obesidad es considerada una pandemia, ya que es causa de multitud de enfermedades y se extiende a lo largo de la mayoría de países desarrollados, siendo un problema de salud pública.

Desde 1980 la obesidad ha aumentado en más de un 50% en todo el mundo. Esta está causada, en gran parte por una combinación de:

  • Nuestra genética: ya que las presiones evolutivas favorecen la eficacia metabólica (la grasa es el mejor combustible)
  • La disponibilidad de alimentos densos en calorías y más baratos que la comida sin procesar
  • Un sedentarismo exponencial
Una de las alteraciones metabólicas que derivan de la obesidad es la diabetes mellitus tipo II. Más del 90% de las personas diabéticas se clasifican como tipo II. La Federación Internacional de la Diabetes ha previsto que, en 2025, habrá 380 millones de personas que padecerán esta patología, cuando en 1999 había 135 millones. Estos datos hacen indicar que nos enfrentamos a un problema sanitario de grandes proporciones que requiere una máxima atención.

Prevención de la diabetes

Cambiar el estilo de vida (hábitos dietéticos saludables y llevar una vida más activa) es crucial para evitar la enfermedad.

– Actividad física: En España, el porcentaje de población sedentaria se sitúa en un 47%, siendo uno de los países con mayor índice de Europa, aunque este parámetro ha mejorado en los últimos años. El ejercicio físico favorece la metabolización de los ácidos grasos libres en las mitocondrias, evitando su almacenamiento y reduciendo la lipotoxicidad que estos producen.

– Nutrición: La insulina se estimula comiendo carbohidratos, ingiriendo demasiadas calorías (algo cada vez más frecuente en nuestra sociedad), con un aumento de cortisol y con estimulantes como la cafeína.

Recomendaciones de tu farmacéutico

  • Aumentar el consumo de frutas, verduras y legumbres 
  • Aumentar el consumo de pescado
  • Reducir el consumo de carbohidratos de alta carga glucémica (pan, pasta, patatas, arroz)
  • Reducir el consumo de carnes rojas, chacinas, queso
  • Limitar el consumo de alcohol a una copa de vino (o una cerveza) al día para mujeres, y dos para hombres.
  • Excluir de la alimentación diaria los alimentos procesados tales como: aquellos ricos en grasas trans, bollería industrial, comida rápida.

Estas recomendaciones podrían tener efectos beneficiosos en aquellos pacientes que sufren ya resistencia a la insulina y están a las puertas de desarrollar diabetes. El trabajo en equipo entre médicos, enfermeros, entrenadores, farmacéuticos y nutricionistas es fundamental para el abordaje de estos pacientes que tienen potencial para desarrollar la cada día más común, por desgracia, diabetes tipo II.

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Miembro de la Comisión de la Vocalía de Nutrición y Salud Alimentaria del Ricofse