Los medicamentos requieren unas condiciones de temperatura y humedad que no se cumplen en cualquier lugar de la casa. En esta entrada te enseñaremos dónde y cómo debes guardar los medicamentos para su correcta conservación. Una pista: ¡no es en el armario del baño!

La estabilidad de los medicamentos se calcula en determinadas condiciones de conservación (temperatura, luz y humedad), dando como resultado la fecha de caducidad que aparece impresa en el envase. Este dato significa que el medicamento será seguro y eficaz, en condiciones óptimas de conservación, durante el periodo indicado.
Los factores que más afectan a la estabilidad de los medicamentos son: las altas temperaturas, la humedad elevada y la luz directa. Por eso, está claro que el calor y la humedad que se alcanzan en el baño lo convierten en el peor sitio de la casa para almacenar los medicamentos: éstos serán menos estables, es decir, se degradarán más rápidamente y perderán efectividad antes de la fecha de caducidad.
Tampoco se deben tener en la cocina porque las fuentes de calor directo influyen negativamente en la estabilidad.

Entonces, ¿cuál es el mejor sitio?

Generalmente, los medicamentos se deben mantener en un lugar fresco, seco y alejado de la luz directa. Por ejemplo, puedes utilizar uno de los cajones de un armario o guardarlos en una caja que se pueda cerrar en cualquier habitación que no sea el baño o la cocina.
La excepción son los que se tienen que mantener entre 2 y 8°C, que se deben guardar en el frigorífico, evitando colocarlos en la puerta (porque es donde más varía la temperatura). La necesidad de conservación en frío se indica en los envases con un asterisco (*) y la frase «Conservar entre 2 y 8°C». También es importantísimo evitar la congelación.
Ejemplos de medicamentos que se deben conservar en frío son las vacunas, algunos colirios y las plumas de insulina sin abrir. La pluma de insulina que estés usando no debe estar en el frigorífico, sino a temperatura ambiente (inferior a 30°C). Además, así duele menos que si estuviera fría. En otro post veremos cómo trasladar estos medicamentos cuando vamos de viaje.
Y, si hay niños en casa, no olvides que debes mantener los medicamentos fuera de su alcance, ya que suelen tener formas y colores atractivos para ellos (más de la mitad de las intoxicaciones infantiles están causadas por medicamentos). En este caso, guardarlos bajo llave es una buena opción.

Vigila los cambios de aspecto

Suspensión de amoxicilina recién preparada (izquierda) y mal conservada (derecha), tras varios días fuera de la nevera.
Algunos medicamentos son especialmente sensibles a los cambios de temperatura, como es el caso de cremas y pomadas, supositorios y suspensiones que hay que preparar en casa. Si observas que la crema se ha «cortado» (como la mayonesa), el supositorio se ha derretido o la suspensión ha cambiado de color o no es homogénea después de agitarla, es mejor no utilizarlos. Consúltalo en tu farmacia para mayor seguridad.

No tires los envases y prospectos

Conserva los medicamentos dentro de sus envases originales, esto los protegerá de la luz y la humedad. Y no tires el prospecto, porque contiene información muy útil que puedes necesitar en el futuro (modo de empleo, contenido de alérgenos, reacciones adversas, etc.). Ya sabemos que no es fácil volverlo a doblar como estaba 😉

Y ¿qué pasa si se te ha olvidado el medicamento fuera de la nevera? ¿O en el coche?

Consulta en tu farmacia si puedes utilizar un medicamento de conservación en frío que haya estado fuera del frigorífico durante un tiempo. En algunos casos concretos los podrás seguir usando sin problema; en otros, los tendrás que desechar.
Por otra parte, sobre todo en verano, se alcanzan temperaturas extremas dentro de los coches que son, en muchos casos, incompatibles con la estabilidad de los medicamentos. Una vez más, pregunta a tu farmacéutico/a si debes tirarlos o no.
Recuerda que nunca se deben tirar los medicamentos a la basuraDeposítalos en el Punto SIGRE de la farmacia.

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