La OMS acaba de publicar nuevas directrices para la prevención del deterioro cognitivo y la demencia. En el post de esta semana analizamos las claves del informe y qué está en nuestras manos para prevenir esta dura enfermedad que afecta tanto a los pacientes como a sus cuidadores.

Los casos de demencia están aumentando rápidamente

El término demencia engloba a varias enfermedades de carácter progresivo que afectan a la memoria, al lenguaje, al sentido de la orientación y a otras capacidades cognitivas (mentales). Este deterioro cognitivo es superior al envejecimiento “normal”, por lo tanto, no debemos considerar la demencia como algo inevitable e inherente al proceso de envejecer (OMS).
Enfermedades como el Alzheimer o los accidentes cerebrovasculares afectan al cerebro y estas lesiones dan como resultado diferentes tipos de demencia.
La demencia es un problema de salud pública, ya que afecta a 50 millones de personas en el mundo y está aumentando a un alarmante ritmo de 10 millones de casos nuevos cada año. Es una importante causa de invalidez y dependencia y genera una carga económica elevada para la sociedad, además de afectar en gran medida a las personas cuidadoras. La OMS calcula que en 2050 habrá en el mundo 152 millones de pacientes afectados.

Más ejercicio y mejor dieta, claves para la prevención de la demencia

La OMS publicó el pasado 14 de mayo nuevas directrices para la prevención del riesgo de deterioro cognitivo y demencia.
Existe evidencia (en mayor o menor grado) de que factores de riesgo relacionados con el modo de vida se asocian con un mayor riesgo de padecer demencia. Por tanto, esto implica que, si se modifica el estilo de vida, es posible retrasar o desacelerar el deterioro cognitivo y la demencia.
Veamos uno por uno estos factores y su posible participación en la aparición y desarrollo de la demencia:
  • Inactividad física: la falta de actividad física en adultos se ha relacionado con un mayor riesgo de disminución de capacidad cognitiva. La OMS recomienda categóricamente un mínimo de 30 minutos de actividad física al día.
  • Tabaquismo: existe evidencia de que el consumo de tabaco, incluyendo en las etapas centrales de la vida, afecta a la demencia y al deterioro cognitivo posteriormente en la edad avanzada. Si esto no es suficiente para que decidas dejar de fumar, en este post puedes ver otros beneficios de dejar de fumar y cómo puedes conseguirlo.
  • Alimentación poco saludable: la dieta mediterránea propuesta por la OMS, con un elevado consumo de alimentos de origen vegetal, alta en grasas insaturadas y limitando la ingesta de azúcar libre y de sal, puede reducir el riesgo de demencia en adultos con capacidad cognitiva normal o con deterioro cognitivo leve. En principio, no existe evidencia de que los suplementos vitamínicos tengan un efecto beneficioso sobre la demencia.
  • Consumo de alcohol: se recomienda reducir al mínimo la ingesta del alcohol, ya que se asocia con el deterioro cognitivo y con otros problemas de salud.
  • Hipertensión, diabetes, hipercolesterolemia, obesidad, depresión y pérdida de audición también se han relacionado con el aumento del riesgo de deterioro cognitivo, aunque no de forma inequívoca. Aun así, se recomienda tratar estos trastornos para mantener un estilo de vida saludable.
  • Aislamiento social: no existe evidencia suficiente de que el aislamiento de la vida social se asocie con el riesgo de demencia. No obstante, la participación social está estrechamente vinculada con el bienestar y la buena salud durante toda la vida.
  • Inactividad cognitiva: en general, los estudios observacionales han evidenciado que la estimulación intelectual reduce o retrasa el deterioro.
En conclusión, el envejecimiento no necesariamente implica padecer demencia y mantener un estilo de vida saludable puede ayudar a llegar a una edad avanzada manteniendo una buena capacidad cognitiva, y desde nuestro blog te animamos a ello.

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