La rosácea es una enfermedad inflamatoria crónica que cursa en forma de brotes, con periodos de mejora y empeoramiento. En el post de esta semana te traemos unos consejos básicos para su cuidado.
La rosácea se manifiesta con enrojecimiento, inicialmente transitorio (flushing), que más tarde se hace persistente, con aparición de dilataciones vasculares (telangiectasias) y, a veces, pápulas y pústulas, similares a los del acné juvenil.
Suele aparecer en torno a los 30 y 50 años y afectar a sujetos de fototipo I y II. Tiene mayor prevalencia en mujeres, aunque, sin embargo, su sintomatología es más severa en hombres.

Cuidados básicos para llevar a cabo en caso de rosácea

  • Es necesario limpiar la piel dos veces al día con un limpiador facial adecuado, específicamente recomendado en casos de rosácea o piel sensible. Los limpiadores faciales sin jabón son menos irritantes y, además, alivian la irritación y reducen el picor, la sequedad y el eritema. Un ejemplo de cosmético indicado en estos casos puede ser una leche limpiadora que no necesite aclarado.
  • Es importante recordar que no es recomendable utilizar exfoliantes, ni químicos ni mecánicos, o limpiezas faciales con vapor, por producir irritación dérmica y empeoramiento de las lesiones.
  • Una correcta hidratación es clave para prevenir la quemazón, el escozor, el picor y la irritación asociados a la rosácea. Hay que utilizar exclusivamente productos hidratantes indicados para prevenir el enrojecimiento y la irritación, así como para calmar y suavizar la piel facial.
  • La exposición al sol está directamente relacionada con la aparición de telangiectasias y enrojecimiento de la piel. Por ello, en la rutina diaria no debe faltar un protector solar para pieles sensibles, de SPF 50, con el objetivo de reducir el curso o el empeoramiento de la rosácea.
  • A veces, el control de la rosácea no implica la desaparición del enrojecimiento facial, por lo que es conveniente aplicar correctores de color verde y maquillajes en crema o compactos de alta cobertura, para mejorar el aspecto físico y psicológico del paciente. El maquillaje ideal deberá contener un fotoprotector de amplio espectro, ser no comedogénico y fácil de extender.
  • Es aconsejable el uso de agua termal, por sus propiedades antiinflamatorias y calmantes, cuando se refieran sensaciones de calor, ardor o quemazón.
  • En varones con rosácea, es recomendable la utilización de afeitadoras eléctricas en vez de las clásicas cuchillas. De esta manera se evita en parte la agresión irritativa de la piel que produce el rasurado.
  • También es fundamental evitar los factores que producen un empeoramiento de la rosácea:
    • Cambios bruscos de temperatura (calor, frío y viento).
    • Exposición solar.
    • Alimentos muy condimentados o picantes, y más aún en caliente. Se recomienda seguir una dieta variada, equilibrada y moderada.
    • Alcohol y bebidas estimulantes. Incluso pequeñas cantidades.
    • Tabaco y ambientes cargados de humo.
    • Uso continuado de corticoides tópicos de alta potencia.
    • Productos dermofarmacéuticos que contengan alcohol o perfumes.
    • Estados de ansiedad y estrés.
Si no existe diagnóstico de rosácea o, por el contrario, lo hay, pero la piel no mejora, hay que acudir al dermatólogo para que valore la posibilidad de instaurar un tratamiento nuevo o modificar el existente.
Por lo general, la rosácea suele responder satisfactoriamente al tratamiento instaurado, siempre y cuando haya cumplimiento terapéutico y se eviten los factores desencadenantes. La mejoría es gradual y alcanzarla exige mucha constancia, incluso en aquellos casos en los que el tratamiento deba prolongarse más de lo habitual. SI se abandona a su evolución natural, es mucho más difícil su control posterior.
Estas razones corroboran la importancia de acudir a vuestro farmacéutico que, por su accesibilidad y formación, puede llevar un control diario de la patología y resolver cualquier duda sobre el tema.

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Farmacéutica comunitaria, nutricionista y experta en Dermofarmacia.