Es indudable que la exposición al sol nos aporta numerosos beneficios, como aumento de fijación del calcio (gracias a la vitamina D), favorece la curación de algunas patologías de la piel, estimula la circulación de la sangre… Sin embargo, la exposición al sol también puede provocar daños, sobre todo en verano, época en la que la radiación incide más directamente sobre la superficie terrestre, y por lo tanto, sobre nuestra piel.
La luz solar se compone de distintas radiaciones electromagnéticas, siendo las más conocidas las ultravioleta, las visibles y las infrarrojas. Además, la radiación ultravioleta se divide en:
  • UVA: La radiación ultravioleta A es la responsable del envejecimiento cutáneo.
  • UVB: La radiación ultravioleta B causa quemaduras.

 

 

Son precisamente las radiaciones ultravioleta las causantes de los efectos más dañinos sobre la piel, siendo el más grave el tan temido melanoma o cáncer de piel.

 

 

Vamos a repasar ahora todos los efectos que el sol produce en nuestra piel:
  • Quemaduras solares: es la primera respuesta de nuestra piel a la exposición prolongada y sin protección al sol. Puede ir desde una quemadura leve, en la que la piel puede descamarse a los pocos días, a quemaduras más graves, que cursan con ampollas y costras en la piel, además de poder provocar fiebre, náuseas, dolor de cabeza…
  • Bronceado de la piel. El “ansiado” bronceado cursa en 2 etapas; primero la piel se torna más rojiza y es a los pocos días cuando toma ese tono más oscuro, que perdurará varias semanas.
  • Deshidratación: la sequedad de la piel aumenta pudiendo llegar a descamarse, dando sensación de tirantez, aspecto mate e incluso originar grietas.
  • Hiperpigmentación: en ocasiones es frecuente que la melanina, pigmento responsable de la coloración de la piel, se distribuya de manera irregular dando lugar a manchas o zonas de la piel más oscuras que el resto.
  • Agravamiento de algunas enfermedades de la piel: aunque algunas patologías como el acné, o algunas dermatitis entre otras, mejoran con la exposición al sol, cuando esta exposición cesa puede darse un efecto rebote y verse agravadas.
  • Fotoenvejecimiento: la exposición solar hace que se generen radicales libres en nuestra piel que tienen un alto poder oxidante. A largo plazo la piel puede observarse gruesa, arrugada, seca… Además, favorece la flacidez de la piel.
  • Reacciones alérgicas. No siempre se dan, pero hay personas más propensas a padecerlas.
  • Carcinomas: la exposición prolongada al sol provoca mutaciones en el ADN que pueden dar lugar a lesiones malignas. El melanoma es un tipo de cáncer inducido por el sol que puede confundirse con un lunar, por eso es importante observar la evolución de cualquier manchita nueva que detectemos en la piel. Este es un tema muy importante que en breve trataremos en otro post.
Te animamos a que eches un vistazo a nuestro video consejo sanitario sobre la exposición al sol y cómo tomarlo de forma saludable:

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