El envejecimiento es un proceso progresivo natural del ser humano, que cada persona experimenta con diferente intensidad. Actualmente, las personas mayores de 60 años representan el 12% de la población mundial.

España se encuentra entre los países donde aproximadamente el 30% de las personas que superan los 65 años sufren algún grado de dependencia. A lo que hay que añadir la evidencia demostrada en la relación nivel de dependencia-mortalidad. Además, la población de mayor edad es uno de los grupos más vulnerables al impacto de las enfermedades infecciosas. En España, el 68% del total de las hospitalizaciones, así como sus complicaciones por coronavirus, corresponden a mayores de 60 años. Esta cifra parece que está disminuyendo gracias a la estrategia de vacunación puesta en marcha.

¿Cuáles son las limitaciones y patologías más frecuentes en este grupo de edad?

Para llegar en las mejores condiciones a la vejez debemos adoptar medidas nutricionales saludables. Mediante una adecuada alimentación se puede evitar el envejecimiento precoz y la malnutrición. En este grupo de población, las necesidades energéticas disminuyen, se produce una pérdida de masa muscular y una reducción de la actividad física.
Limitaciones propias de la edad como el no poder ir a la compra, el estar de pie, problemas articulares, patologías como el Parkinson, la demencia o el Alzheimer también condicionan la alimentación, ya que al producir síntomas como: olvidos, dificultades en la coordinación, falta de concentración… pueden dificultar la alimentación de forma autónoma del anciano.
Añadir a esto que, en la población mayor, son propios los estados de desinterés y apatía, probablemente derivados de pensamientos de inutilidad, de sentir que se ha perdido «el sitio» en la familia y/o en la sociedad.
La situación económica también puede condicionar de manera muy importante diferentes ámbitos de la vida entre los que se encuentra la alimentación. Sin embargo, no debe ser un impedimento para mantener un buen estado nutricional.
El deterioro que sufren los sentidos del gusto, olfato y visión provoca que disminuya la sensibilidad para diferenciar los sabores. Así mismo, el flujo salival también desciende y se vuelve más viscoso y espeso dificultando el masticar y el tragar (disfagia).
Teniendo en cuenta todo esto, una nutrición adecuada supondrá el evitar la aparición de patologías y complicaciones asociadas a este tramo de edad (diabetes tipo ll, niveles altos de colesterol en sangre e Hipertensión), así como cubrir las deficiencias nutricionales por carencias de determinados alimentos.

Recomendaciones dietéticas que favorecen la alimentación saludable de nuestros mayores

Al igual que en cualquier grupo de edad, en esta etapa de la vida, se debe de llevar a cabo una dieta equilibrada, moderada y variada. Y para ello, deberá incluir:
FRUTAS, VERDURAS, LEGUMBRES Y CEREALES: La dieta debe ser rica y variada en alimentos con alto contenido en fibra como frutas, verduras, cereales integrales (procurando su consumo diario) y legumbres (de 2 a 4 raciones por semana). Estos alimentos también aportan vitaminas, antioxidantes y minerales. Las frutas y las hortalizas, mejor si son frescas y muy coloreadas como las fresas, melocotones, brócoli, espinacas, calabaza…
PROTEINAS ANIMALES Y VEGETALES: Los adultos mayores necesitan comer alimentos ricos en proteínas para poder afrontar mejor una posible pérdida de masa muscular, una enfermedad crónica o aguda, o incluso una posible estancia en el hospital. Lo ideal, es combinar alimentos ricos en proteínas animales (carne, pescados, aves, huevos -3 a la semana- y leche) con alimentos ricos en proteínas vegetales (legumbres, arroz y cereales -preferentemente integrales- y frutos secos). Pero siempre guardando un equilibrio entre las proteínas animales y las vegetales.
PESCADO Y CARNE: La proporción de pescado consumido ha de ser mayor que la de carne (3 raciones por semana de ave o magra). Hay que guardar también un equilibrio entre el pescado azul y el blanco. El consumo recomendado sería: 2-3 días por semana pescado azul, y otros 2, pescado blanco. El gran beneficio del pescado azul se debe a los ácidos grasos omega 3 que actúan reduciendo los niveles de colesterol en sangre y aportando también vitamina D, la cual, puede estar disminuida en estos pacientes.
AGUA: Aún sin ganas, hay que beber, así evitamos la deshidratación. Preferiblemente agua, y unos 8 vasos, que deben tomarse a lo largo del día, sobre todo por la mañana y por la tarde, evitando así los inconvenientes de la posible incontinencia nocturna.
4 COMIDAS: Se recomienda realizar al menos cuatro comidas (desayuno, almuerzo, merienda y cena (ideal con un refuerzo suave a media mañana), de poca cantidad cada una y las cenas no han de ser copiosas. Es importante hacer las comidas atractivas a la vista y condimentar con hierbas aromáticas para mejorar el olor, el sabor y evitar de esta manera el aporte excesivo de sal.
¿QUÉ EVITAREMOS? Evitar los fritos, asados y las salsas dando preferencia a los hervidos y a la plancha. Se restringirá el consumo de azúcar.
EJERCICIO: El verdadero equilibrio se consigue cuando se combina una dieta saludable junto con ejercicio físico regular. Por las características de estos pacientes, podría recomendarse el caminar diariamente o en caso de que no sea posible salir del domicilio, realizar en casa ejercicios de movilidad de los miembros superiores e inferiores.
Concluimos entonces, que una alimentación equilibrada en nuestros mayores debe de estar compuesta por una amplia variedad de frutas, verduras, legumbres, cereales e hidratos integrales, sin dejar atrás el aporte proteico animal como pescados y carnes. Sin olvidar una ingesta hídrica adecuada unido al ejercicio físico regular. Todo ello nos ayudará a mantenernos sanos y a mejorar nuestra calidad de vida.
Entre los años 2000 y 2050 el número de personas de más de 80 años aumentará casi cuatro veces. Ante este aumento, abordar estas necesidades propias de este grupo etario son unos de los principales retos que se plantea abordar la farmacia comunitaria en un futuro. Para lo cual, requeriremos de una formación y atención en gestión, control de la medicación, dolencias más comunes (incontinencia, estreñimiento, dolor…), promoción de estilos de vida y alimentación saludable así como en apoyo a la salud mental (del enfermo y sus cuidadores) para ayudar a tantos pacientes que confían en nosotros como profesionales sanitarios preparados y cercanos a ellos.

Bibliografía

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2. Pedro Gil Gregorio, Primitivo Ramos Cordero, Federico Cuesta Triana, Mº Carmen Mañas Martinez, Álvaro Cuenllas Díaz, Inmaculada Carmona Álvarez. NUTRICIÓN EN EL ANCIANO Guía de buena práctica clínica en geriatría. [Internet]. Madrid. Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (Grupo ICM Comunicación). 2013. [Consultado Abril 2021]. Disponible en: https://www.segg.es/download/guia_NESTLE
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Farmacéutica comunitaria. Miembro del grupo Acción Nutrición

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