La piel es la principal barrera de protección del organismo frente a microorganismos y otros agentes externos; cualquier herida es como una puerta abierta a esos agentes, y si no se desinfecta con celeridad, puede infectarse dando lugar a complicaciones que pueden requerir incluso el tratamiento con antibióticos.

Una herida infectada reúne una serie de características: es dolorosa, presenta enrojecimiento y tras un periodo de tiempo de varios días puede haber presencia de pus.
Según cómo sea la herida, podemos desinfectarla con productos tópicos o, si es profunda y no para de sangrar, puede ser que requiera otro tipo de intervención sanitaria. Ante la duda, acude a tu farmacia más cercana y el farmacéutico valorará si remitirte al médico.
En este post nos centraremos en heridas superficiales, poco sangrantes, que podemos tratar con productos cuya aplicación directa sobre la piel evitará futuras infecciones.
Lo primero que hay que hacer cuando queremos tratar una herida es lavar la zona con agua fresca (y jabón si fuera necesario), hasta que quede limpia. Lo ideal es limpiarla con suero si se tuviera a mano, no obstante, el agua del grifo también es adecuada ante la indisponibilidad de suero fisiológico. A continuación secaremos la herida, sobre todo la zona alrededor de la misma, evitando tocar directamente la zona abierta; y ahora sí procede la aplicación del producto desinfectante.
Actualmente el arsenal terapéutico para la desinfección de heridas no se limita a los productos de toda la vida y que todos recordaremos en el botiquín de nuestras casas: el tan conocido mercuriocromo que nos teñía de rojo la herida e incluso la extremidad entera si nos pasábamos un poquito,  o el agua oxigenada cuyas burbujitas nos divertían tanto, o el alcohol que nos hacía ver las estrellas…
Por suerte, ya no es necesario teñirse de rojo o sentir escozor para desinfectarnos heridas; entre los principales productos empleados para ello encontramos:
  • Clorhexidina: Se trata de un líquido transparente, que aplicado directamente sobre la herida, la desinfecta por su acción antiséptica y desinfectante. No irrita ni escuece ya que suele ser una solución acuosa. Es el antiséptico de elección en obstetricia y puede emplearse en heridas abiertas.
  • Yodo: es un antiséptico muy empleado; os sonará más con el nombre povidona yodada. Es un líquido color marrón que tiñe la piel de amarillo-naranja. Precisamente su contenido en yodo la contraindica en lactantes, ya que puede absorberse a través de la piel y provocar trastornos tiroideos. Igualmente por el mismo motivo no puede emplearse en embarazadas y madres que dan el pecho, ya que pueden llegar al bebé a través de la placenta o la leche.
  • Alcohol: Sigue siendo empleado, pero no en heridas abiertas por la irritación o escozor que produce; se usa mucho para desinfectar piel sana, por ejemplo antes de poner una inyección;  también es ampliamente recomendado para la desinfección del cordón umbilical del recién nacido, a una concentración del 70% (algo menor de la habitualmente empleada en los botiquines caseros y que podría resecar e irritar la delicada piel del bebé).
Aunque ya no es tan habitual el uso del mercuriocromo de toda la vida, este sigue estando disponible en todas las farmacias, pero la realidad es que por el color que aporta, cada vez está quedando más relegada a un segundo plano, ya que tampoco ofrece importantes ventajas con respecto al resto de antisépticos y desinfectantes comercializados, y sin embargo por su coloración dificulta poder hacernos una idea del estado de la herida, ya que un color muy rojizo en una herida de varios días es indicativo de una posible infección. Si aplicamos mercuriocromo  no podremos ver el color real que tiene la zona.
Insistimos desde aquí que ante cualquier sospecha de infección o duda sobre cómo tratar una herida, acudáis a vuestra farmacia de confianza donde un profesional sanitario podrá aconsejarte al respecto, pues una herida infectada o mal curada puede dar lugar a complicaciones de las que podemos lamentarnos más adelante.

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